Kourtney Kardashian y Travis Barker celebran su tercera y definitiva boda en Italia

Kourtney Kardashian y Travis Barker en los Oscar 2022
Kourtney Kardashian y Travis Barker en los Oscar 2022
Jae C. Hong / GTRES
Kourtney Kardashian y Travis Barker en los Oscar 2022

A la tercera, por fin, va la definitiva. Porque vencida ya era. La primera vez que se casaron, sin validez legal, fue delante de un falso Elvis la noche "épida y de tequila" de los premios Grammy en una capilla de Las Vegas. La segunda, hace una semana y con carácter oficial, en un juzgado de Santa Bárbara, en California, y sin las familias. Ahora, rodeados de todos sus seres queridos, Kourtney Kardashian y Travis Barker se han dado el "Sí, quiero" en Italia.

Si no hubiesen firmado los papeles en la segunda de las bodas, no habría sido efectivo el enlace fuera de Estados Unidos, de ahí la visita al juzgado antes de partir a Europa, concretamente a Portofino, un hermoso pueblo costero italiano, al norte del país, muy cerca de Génova. Ahí, la mayor de las Kardashian y el batería de Blink-182 han tenido una boda de ensueño.

Pero ello no quita que no le hayan puesto de su particular y rompedor estilo, algo que comparte la pareja. Porque aunque el diseñador de los trajes de los novios era Dolce&Gabbana, para la primogénita de Kris Jenner el vestido tenía que ser de todo menos clásico. Y así ha sido.

Un vestido blanco de satín y encaje de seda, corto y que dejaba a la luz sus piernas, inspirado en la iconicidad de la lencería italiana y la dolce vita, de manera que fuera un canto a la feminidad. A todo ello hay que añadir guantes de tul, zapatos de tacón blancos y, sobre todo, un amplio y larguísimo velo de tul con motivos florales y un bordado en punto de cruz de la Virgen María -el cual recuerda a uno de los tatuajes más célebres de su ya marido- y de sus palabras.

Por su parte, el traje de chaqueta cruzada con solapas de pico del novio fue confeccionado con lana negra italiana superfina, a la que luego se añadieron detalles de esmoquin en satín y seda negra. Una combinación muy potente que a buen seguro quedará aún mejor en pantalla cuando salga a la luz en el reality que protagonizan.

Porque Kourtney tenía miedo de no ser la protagonista cuando está viviendo una historia de amor perfecta. Fue su madre quien la llevó a un altar al aire libre repleto de rosas rojas, donde se dio uno de los momentos más hermosos de su vida: un "sí, quiero" del que fueron testigos todas las personas importantes de su vida.

Allí estaban desde sus hermanas, con Kim Kardashian a la cabeza, vestida de riguroso negro y melena rubia recogida en moño, al estilo de diva italiana de los años 50 y 60, hasta los seis hijos de ambos novios: los de Kourtney, Mason, Penelope y Reign, de 12, 9 y 7 años respectivamente, y los del músico, Aitana, de 23 -quien no es de sangre, solo hija de su primera mujer, pero a quien ha criado-, Landon, de 18 años, y Alabama Luella, de 16, que actuó como cronista en sus stories de lo que iba sucediendo.

De ahí se marcharon al Castello Brown, una fortaleza defensiva del siglo XVI que hace las veces de casa-museo, situada por encima del puerto marítimo, lo que le da unas impresionantes vistas, y donde el banquete, el convite y el fin de fiesta tuvo lugar. Una, además, a la que no asistió Scott Disick, expareja y padre de los hijos de la novia, a quien Kourtney ha dejado atrás después de sus actitudes tóxicas y a quien ya considera del todo parte de su pasado.

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